sábado, 21 de noviembre de 2009

Una foto y una lámpara de querosono

Soledad, es como sentirse encarcelada, cual animal pequeño e indefenso, no puedes hacer nada, tan solo esperar, esperar y esperar...

Habitación completamente sellada, ventanas cerradas, puertas con al menos seis cerrojos ya cerrados, y tan solo una pequeña lámpara de querosono, cerca ya de apagarse, consumirse y desaparecer.
Hay poco aire que respirar en la habitación. Mientras contemplaba las cuatro símples paredes, tan solo con una foto de mi infancia colgada, sentí que un sudor lento y frío pero a la vez abrasador, que recorría mi espalda.

Oí voces, tal vez fueran los dueños, que bajaban para asegurarse de que aún permanecía dormida. Me hice la dormida, ellos entraron. Se acercaron a mi, comprobaron que seguía dormida, pero tras ello me despertaron; algo extraño a lo habitual.
Me desperté supuestamente, contemplé sus rostros serios y frios, solo me gritaron que levantase, que era hora de marcharme.

Extrañada, me levanté, me lavé con un poco de agua, recogí mis pertenencias, y seguí los pasos de los dueños.
Mientras les seguía por detrás, ellos comentaban cosas en francés, de vez en cuando me miraban con miradas amenazantes.

Nos paramos en el puerto, me dieron un billete de viaje a España. Se dirijieron a mi:

- Sophie, es hora ya de que zarpes hacia tu nueva vida junto a tu nueva familia, en España. -se detuvo un instante y prosiguió -pero recuerda, siémpre que quieras volver a Francia, solo debes ir al puerto y enbarcar. Allí, con tu nueva familia deberás acatar sus órdenes por duras que sean y por último, para poder vivir en paz debrás casarte. "Comment accord? N'aie pas peur" Tranquila.

- D'accord. Adios. -contesté extrañada pero triste a la vez.

Subí al barco, no había vuelta atrás, me despedí y los perdí entre la niebla.
Tan solo me quedaba el triste recuerdo de una lámpara de querosono y aquella foto de mi infancia junto a mis padres.

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