martes, 5 de enero de 2010

Mi nuevo hogar

Tras varios días a bordo del barco S.S. Print, llegué a España.
Me encontraba desorientada, no sabía donde ir, ni qué hacer.
Al momento, escuché unas voces de fondo que gritaban mi nombre, o al menos eso me pareció.
Se acercaron a mí dos individuos, eran un hombre y una mujer, al parecer estaban casados y eran aquellas personas que me comentaron mis dueños de Francia. Parecían buenas peronas, muy pacíficas y tranquilas.

- Hola, encantado soy Markus. Tu debes ser Sophie, ¿verdad? -tartamudeó y continuó. Bueno, de ahora en adelante seré tu nuevo padre, y espero que tu estancia con nosotros sea de lo más apacible.

Prosiguió su mujer:

- Hola pequeña, yo soy Sandra, su mujer -aclaró. Me es por supuesto de que ya conoces lo que debes hacer para poder mantenerte aqui, ¿no es así?
De todas formas, te refrescaré un poco la memoria; veámos, lo primero, deberás casarte con nuestro hijo, y segundo, durante un periódo de tiempo nosotros te mantendrémos, más tarde vivirás con nuestro hijo.

Tímidamente asentí con la cabeza, y seguí sus pasos por la enorme ciudadela. Al de unos minutos, llegamos a la casa de la pareja.
Era una casa enorme, con una entrada y con unos ventanales muy barrocos; un terreno muy extenso, con unos jardínes muy cuidados, llenos de flores y fuentes.

Al llegar a la entrada, un mallordomo nos vino a recibir. Mi expectación era cada vez mayor a medida que avanzaba.
Al entrar en la casa, fué casi increíble para mi. Una casa llena de comodidades, riquezas y objetos de valor incalculable para mi mente.

Por último, lo que más me llenó de gozo y me encantó; su hijo. Era un chico de mi edad, muy educado, de muy buen vestir, muy elegante y muy servicial.
Me acompañó a mis aposentos, me ayudó a colocar mis pertenencias y me entregó dos vestidos de alta gama, para que me pusiéra.
Me dió un beso en la mano mientras me realizaba una reverencia.
Me sentía como una reina. Todo era perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario